sábado, 11 de febrero de 2012

Perdiendo la fe




 Últimamente pienso sobre la sociedad y he llegado a la conclusión que vivir en esta sociedad es un tema de fe.


Uno cree o no cree en la justicia, en la democracia, y en definitiva, en el sistema.
  

Votamos cuando nos lo piden, sabiendo que puede que los que vengan nuevos lo cambien todo. Pero que seguro que será para no cambiar nada.

Cuando tenemos un problema acudimos a la policía confiando que nos harán una denuncia con la que ir al seguro, pero sabiendo que el ladrón no será detenido o entrará por una puerta y saldrá por la otra. Desde mi punto de vista, en general, la democracia en mi vida se ha basado en una premisa básica: la comodidad. Encontrar un lugar en esta sociedad en el que estar medianamente cómodo, no hacerme demasiadas preguntas y no mirar mucho a mi alrededor. Un poco como jugar al mikado, uno se centra en sacar su palillo sin mover el conjunto para mantener el equilibrio, cuando saca el palillo el otro jugador, ya no sufro, porque: Es su problema!

Pero últimamente estoy perdiendo la fe en el sistema.

Me empiezo a temer que el sistema solo quiere perpetuarse a si mismo, y que todos sus órganos se ocupan del mismo objetivo.

Al margen de lo que quiera la gente.


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