jueves, 22 de marzo de 2012

El caballero andante

Cuando me ofrecieron la posibilidad de ser taxista, de entrada me pareció una mala idea, no me veía tantas horas al volante ya que conducir no me apasiona. Luego la idea fue madurando en mi interior, y recuperé de mi memoria al taxista que yo conocía, ninguno en concreto, solo el concepto de aquel hombre que está en la calle y que si necesitas ayuda, se ofrece sin problemas. Recordé aquella frase que le decía mi abuela a mi madre, y mi madre a mi hermana: “Si tienes un problema, sube a un taxi y vuelve a casa.“
El concepto del taxista que ayuda a las personas que se van cruzando en su camino, y eso es lo que me atrae de este oficio, al pasar tantas horas en la calle, dando vueltas y vueltas, y pasando muchas horas solo, estoy cerca de la vida de la gente.
Soy un romántico empedernido, y me encanta la figura del caballero andante: ayudar a entrar y salir a esa abuelita encantadora; llevar a casa a esa jovencita de madrugada, esperando a que entre en su portal para asegurarme que llega bien a casa.
Son historias que me nutren, como esa abuela que al llevarla del taxi a su portal agarrada a mi brazo, me dijo: " mira que novio más joven me ha salido!"
Me gusta el trabajo que hago, no por el trabajo en si, que no tiene mucho jugo, sino porque me da la posibilidad de estar a pie de calle, dispuesto a ayudar.
Y el tiempo te va curtiendo, y te va enseñando a distinguir las personas que dicen la verdad de los que fingen, cómo aquel chico que decía que se había hecho daño en un pie, cojeaba mucho y me pedía que le llevara a una discoteca! evidentemente le ofrecí llamar a una ambulancia o llevarle a Urgencias pero no a una discoteca.

martes, 6 de marzo de 2012

Mirando el mundo por un agujero

Estoy a punto de cumplir mi primer año al volante de un taxi. Han sido muchas horas diarias de tarde y noche, y este tiempo compartiendo calles con otros taxistas me ha permitido ir descubriendo este sector y sus particularidades.
Es un mundillo curioso, que a lo largo de los años ha ido creando sus costumbres y sus rituales.
Cuando uno empieza a conducir un taxi sin saber nada, lo primero que se encuentra es EL RESPETO, una palabra que los taxistas citan con bastante asiduidad. El respeto es la ley no escrita que ordena en cierta manera el día a día de los taxistas, es el que hace que los taxistas libres no se adelanten los unos a otros, o que después de desencochar (cuando el cliente sale del taxi) en lugar de seguir por esa calle, giren en la primera travesía y así dejar los posibles clientes de esa calle a los taxistas que circulan y todavía no han encochado (cuando un cliente entra en el taxi).
El respeto es un bonito concepto, significa que las formas están por delante del afán monetario.
Por otro lado hay muchos taxistas que ya no tienen respeto, ni por los otros taxistas, ni por los clientes, y ponen sus ansias de ganar dinero por encima de todo. No entraré en describir sus artimañas, solo decir que usan su imaginación al máximo para conseguir engañar como un trilero en las ramblas.
El tema más importante desde mi punto de vista es la visión, en el sector del taxi de Barcelona falta visión y sobran dedos señalando.
Me explico, el trabajo en los últimos años ha disminuido, y por lo tanto los ingresos de los taxistas. Ante tal contratiempo, lo lógico en cualquier empresa que se precie de ser emprendedora, sería buscar nuevos mercados y hacer su oferta más atractiva. Por ejemplo: depurar el sector de malas praxis, ser más atentos con los clientes, mejorar nuestros idiomas para hablar con los turistas, informarnos de los restaurantes recomendados para cuando nos pregunten, tener los coches limpios, ajustar precios y que estos sean entendibles para los clientes... son solo algunas ideas.

Que han hecho los taxistas?
Decir que sobran taxis y acotar las horas de trabajo para reducir el número de taxis en la calle. Su reflexión: como hay menos demanda tenemos que reducir la oferta. Bien! Así han crecido las grandes empresas!
Hace tiempo el taxista gozaba de una imagen, se le respetaba y se le admiraba, ahora ya no. Y no puede ser que le demos la culpa a los clientes, porque los clientes tienen la razón.
Algo habrán hecho los taxistas de esta ciudad, para que su imagen haya pasado de un caballero andante servicial y atento, a un espabilado que te da una vuelta para cobrarte de más, o que te lleva a un restaurante porque le dan comisión.